domingo, 29 de abril de 2012

CONCLUSIONES: Profesora María Teresa Luiz



He aceptado la invitación de participar en esta mesa de cierre  porque advierto la importancia que tiene para los organizadores, para mis alumnos, esta instancia del Congreso que marca el final de una actividad que ha demandado un gran esfuerzo, esfuerzo de gestión pero también esfuerzo de coordinación de un trabajo grupal. Creo que uno de los logros ha sido sobrellevar las vicisitudes de una compleja organización desde la convicción de que no sólo es posible “hacer juntos”, más allá de las diferencias de criterios y estilos de participación, sino que es imposible la concreción de un gran proyecto sin trabajo y compromiso grupal. 

En un contexto institucional que no se ha caracterizado precisamente por generar iniciativas dirigidas activamente a la transformación de nuestra realidad próxima o por la movilización de los actores con una orientación compartida –excepto en coyunturas de posible ruptura y fuerte incertidumbre-, la realización de este congreso no puede dejar de sorprendernos; es más, personalmente me estimula a pensar en esas cosas relevantes que suceden cuanto aparentemente no pasa nada.

Aun sin disponer de espacios físicos de encuentro más que las aulas y los angostos pasillos por los que circulamos diariamente con dificultad,  aun cuando los espacios institucionales de participación de los claustros se han desdibujado en los últimos años, un pequeño grupo de estudiantes ha creado un Centro de  Estudiantes que supo resistir los momentos de desaliento por la débil participación o la escasa visibilidad de sus acciones y que  ha logrado sostener un par de proyectos muy importantes:

- un Taller de Utopías, orientado a fortalecer las prácticas de lectura y escritura académicas como condición de posibilidad de la crítica, la interpretación y la producción de nuevas visiones y versiones de los problemas que abordamos.  Este taller se desarrolló como propuesta extra-curricular con aval académico de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales durante los ciclos académicos 2006 y 2007.
- un Congreso de Historia Regional y Patagónica, orientado a abrir un espacio de encuentro e intercambio para la comunicación de las producciones académicas.

Es evidente que los estudiantes podrían haberse propuesto otras alternativas, tal  vez menos exigentes, para justificar su presencia institucional y participar en la cuestión del poder (encuentros deportivos, torneos de ajedrez, recitales, charlas-debate). Sin embargo, han elegido sostener un espacio de experimentación y ensayo de las herramientas del pensamiento por un lado, y por otro, la realización de un congreso con una amplia convocatoria a nivel regional –continuidad del proyecto iniciado en el año 2006 por los estudiantes de Magallanes- que ofreciera un ámbito de reflexión sobre los problemas teóricos y metodológicos de las ciencias sociales y sobre los temas que revisten relevancia epistemológica y significatividad social.

Creo que esta opción dice de un clamor  por construir condiciones que favorezcan nuevos abordajes de nuestras problemáticas regionales, que estimulen la voluntad de intervenir con el pensamiento y de superar cierto estado en el  que predominan las prácticas de gestión de información  sobre las de la producción del conocimiento.

Además, la elección de la temática del congreso evidencia el interés por pensar las relaciones entre el presente y el pasado como estrategia insoslayable para la comprensión de los contextos actuales. Y claro está que la historiografía ofrece abundantes recursos y herramientas para pensar estas relaciones, relaciones que no son lineales, de causa-efecto, sino de posibilidad. Como señaló Marc Bloch, lo que la historia puede hacer es el análisis de condiciones y resultados, ambos mutables, y la historiografía muestra que si cambian las condiciones, cambian también las posibilidades del resultado.     

Advierto que los estudiantes que organizaron este congreso y el anterior en Punta Arenas así como los que respondieron a estas convocatorias desde otras unidades académicas de Argentina y Chile entreven las diferencias e, imaginando un horizonte diferente para el futuro, trabajan para generar las condiciones que pueden hacer posible otros escenarios, escenarios en los que la Universidad cobra un mayor protagonismo e incidencia en el devenir de nuestras comunidades.

Hoy me complace creer que cuando pensamos que no pasa nada en nuestras instituciones, en realidad suceden cosas relevantes:
se piensa y se imagina disciplinadamente,
se buscan otras relaciones y se formulan nuevas preguntas,
se cuestionan evidencias y postulados convencionalmente aceptados,
se perforan nociones comunes y se fisuran visiones naturalizadas,
se supera la indiferencia,
se descubren los beneficios de pensar con otros, 
se construyen  representaciones más complejas de la realidad, lecturas menos ingenuas, visiones que imponen ampliar nuestro compromiso político.

Cuánta razón tenía Marc Bloch al entender a la historia como insustituible técnica intelectual, motivo de la acción civil en el tiempo de la democracia. Las producciones que aquí se presentaron, más allá de las limitaciones que presentan nuestras construcciones y propuestas, han evidenciado una fuerte voluntad de incidir, de marcar la realidad política y social con una huella duradera, de modificar las condiciones del presente que hipotecan nuestra libertad de pensar, imaginar e intervenir en los procesos de cambio.

No puedo dejar de felicitarlos y agradecerles por haber hecho posible este movimiento que revitaliza el sentido de la docencia universitaria y la investigación. 

 Profesora: María Teresa Luiz

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