sábado, 12 de septiembre de 2015

Política exterior argentina. Conferenciante Mg. Agustin Marcos Romero. Auspiciado por la Sra Diputada Nacional Dra: Rosana Andrea Bertone




 Política exterior argentina
Malvinas: un caso de política exterior de estado?*
Introducción
El presente trabajo focaliza su campo de análisis al estudio de los gobiernos que se establecieron en nuestro país con el restablecimiento de la democracia en 1983 y su accionar en política exterior hacia el tema Malvinas, tratando de resaltar comparativamente los logros y fracasos obtenidos por cada una de las administraciones.
Es necesario sintetizar cuales fueron las variables internas y externas del Gobierno de Alfonsín y compararlas con las del Gobierno de Menem para hacer un análisis preciso de los aspectos de Alfonsín asume en 1983 en el último período de la guerra fría. Esta es una etapa de expansión, tal vez el último coletazo de la expansión del imperio soviético. En América latina la mayoría de los países poseen gobiernos militares. América Central está imbuida en una fuerte guerra entre y en algunos países. El Cono Sur y más específicamente Argentina tiene en 1978 un fuerte enfrentamiento con Chile que estuvo a punto de desencadenar una guerra por el canal de Beagle. Y en el caso de la Argentina con Brasil la relación es especialmente ambigua. En algunos momentos se ven fuerzas de cooperación y en otros se observan energías que distorsionan la relación. Sin embargo en 1979 se firma tal vez el punto de inicio de un camino de cooperación mucho más fuerte entre estos dos países que es justamente el acuerdo tripartito de 1979. Estas serían, a grandes pinceladas, el marco externo del gobierno de Alfonsín. En el plano interno, encontramos que es la primera etapa de la democratización. Estamos en un momento en el cual la democracia es incipiente y se ven signos de inestabilidad. Lo que lleva en definitiva a que el gobierno de Alfonsín decida, a mi juicio, tomar la política exterior como una herramienta, como un instrumento para la defensa de la política interna, es decir como una arma para defender la democracia. Por esto, es que el gobierno de Alfonsín le otorga mucha importancia a los foros multilaterales para que sea de alguna forma una caja de resonancia y defensa de la democracia. Por el otro lado, y ya observando que sucedía en el contexto externo del gobierno del Presidente Menem, encontramos que los teóricos de las relaciones internacionales hacemos referencia a un panorama internacional absolutamente distinto: ya no estamos en la Guerra Fría, ha desaparecido el enfrentamiento Este-Oeste. Por otro lado, las democracias del barrio en el cual vivimos estaban consolidadas en casi todo el continente americano, los conflictos en Centroamérica han desaparecido o están por desaparecer, la relación con Brasil se ha fortalecido, el Mercosur ha avanzado y el camino de la cooperación comienza a ser cada vez más fuerte entre Argentina y Brasil, pero entre todos los países del Mercosur en general. Y el último punto a abordar, para que podamos hacer un trabajo comparativo casi idéntico, son las relaciones con Chile. Estas han avanzado lo suficiente. Por esto, las relaciones de cooperación y entendimiento van a confluir a fines del año pasado con el acuerdo sobre los Hielos Continentales y con un entendimiento y un deseo de Chile, al igual que Bolivia, por incorporarse al mercado común del sur.
En el plano interno, son absolutamente diferentes las condiciones dadas en el gobierno de Menem que las circunstancias imperantes en la administración Alfonsín. En el ámbito doméstico, encontramos un período de hiperinflación, que para algunos autores y cito el caso de Escudé, es un punto de inflexión dentro de la política interna. Es considerado un punto de ruptura y, a partir de esto, el de inicio en el marco del fortalecimiento de algunas políticas (como la económica) las que perduran hasta nuestros días.
* La presente ponencia es presentada por el Magister Agustín M. Romero. La Maestría ha sido obtenida en FLACSO-Argentina. Agustín Romero, es profesor en la Carrera de Ciencia Política y en la Maestría en Relaciones Internacionales en la UBA. Este trabajo es una actualización del libro del expositor: Malvinas. La Política Exterior de Alfonsín y Menem, Ed. Universidad de Belgrano, Bs. As, 1999.
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Objetivos radicales en política exterior
El gobierno de Alfonsín se propuso alcanzar los siguientes objetivos básicos generales en materia exterior. El gobierno radical se dedicó a recuperar parte del prestigio perdido durante el período del Proceso de Reorganización Nacional, principalmente, por las violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos y por la guerra de Malvinas.
En segundo lugar, se propuso resolver los temas pendientes y heredados de los gobiernos militares, especialmente Malvinas y las cuestiones del Canal de Beagle, proteger la democracia que recién se estaba restableciendo, creando lazos renovados con las democracias occidentales y, finalmente, fortalecer los lazos con los países del Cono Sur.
Desde luego que las variables, arriba mencionadas, no determinaron unilateralmente el comportamiento externo de la Argentina, pero sin ninguna duda, estas sirvieron para fijar los objetivos y moldear las acciones en el campo internacional y, dentro de este, especialmente el tema de Malvinas.
En forma específica, los caminos seguidos por el gobierno radical para alcanzar su objetivo de recuperar la soberanía de las islas fueron distintos.
La diplomacia multilateral
En un primer momento, los radicales pusieron una gran esperanza en la diplomacia multilateral, es por tal motivo que emprendieron acciones diplomáticas paralelas en distintos foros internacionales con el fin de presionar a Gran Bretaña para que se sentase a la mesa de negociaciones. Existía un convencimiento en la cancillería argentina que, en algún momento, los votos obtenidos en los foros internacionales a su favor tendría un efecto de presión sobre el Foreign Office, porque quedaría al descubierto ante la Comunidad Internacional quién quería negociar y quién se oponía sistemáticamente a esta postura. Por tal motivo, realizó un gran esfuerzo para obtener el mayor número de votos posibles en las resoluciones y declaraciones a favor de los reclamos de nuestro país por la soberanía de las islas Malvinas en foros como naciones Unidas, el Movimiento de los No Alineados, Organización de Estados Americanos, entre los mas importantes.
Como conclusión se puede señalar que, a pesar, de que Gran Bretaña no fue insensible a los reveses que sufrió en las Naciones Unidas o en los distintos organismos multilaterales y que movilizó sus mejores armas diplomáticas que incluyeron presiones a sus países aliados, para lograr revertir la balanza de los votos adversos, estas resoluciones internacionales no modificaron la política y estrategia del Foreign Office respecto a su posición sobre Malvinas la cual se basó en la posición de fuerza obtenida como resultado de su victoria en la guerra del ´82.
El dialogo bilateral
A pesar de la gran importancia que el gobierno radical le otorgaba a los organismos internacionales, esto no significó dejar de lado el diálogo bilateral, por el contrario, la administración de Alfonsín mantuvo contactos directos con los británicos ya sea en reuniones como la celebrada en Berna, Suiza o las comunicaciones secretas mantenidas con el Reino Unido a través del Departamento de Estado de EE.UU. Esta reunión, también, marco un antes y después, ya que el fracaso de la misma selló el cambio del rumbo de las relaciones y negociaciones entre ambos países. Después de este encuentro se hará referencia a él como el síndrome de Berna, ya que se tenía temor de que volviese a ocurrir el fracaso de dicho conclave el 18 de julio de 1986. Y así fue, con la consecuencia inmediata de que ambas partes no se iban a volver a reunir oficialmente durante el mandato de Alfonsín. El síndrome Berna marcaría el nuevo rumbo de los contactos y negociaciones entre ambos gobiernos. Por esto Berna significa el punto de inflexión, de esta estrategia radical en las relaciones anglo-argentinas, ya que por un tiempo, se eliminó el diálogo directo a nivel oficial.
Paraguas de la soberanía
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El mejor ejemplo de la búsqueda de una política exterior de estado hacia el tema Malvinas es el paraguas de la soberanía. En efecto, el Canciller Dante Caputo propuso la fórmula del paraguas de la soberanía1, el Foreign Office aceptó y se intercambiaron papeles confidenciales a través de Washington para redactar puntillosamente el delicado texto de la fórmula.
Aprobado por ambas partes, la reunión nunca pudo concretarse por distintas razones. La primera, porque la cancillería argentina periódicamente insistía en que la misma debía tener agenda abierta y los británicos desconfiaban (síndrome de Berna) de que por esa vía se introdujese el tema de la soberanía; por los acontecimientos militares internos de Semana Santa, Monte Caseros (la relación tormentosa entre el poder civil y las Fuerzas Armadas argentinas fueron utilizadas por el gobierno del Reino Unido como un argumento para explicar la intransigencia en su postura en las negociaciones) y, finalmente, por la prematura renuncia de Alfonsín a la presidencia. No obstante, esta fórmula permitió la normalización de los vínculos diplomáticos en 1989 (rotos como consecuencia de la guerra de Malvinas) y el avance en las negociaciones bilaterales sobre las áreas de hidrocarburos y pesca.
Como conclusión, puede marcase que el gobierno radical puso mucho énfasis en los foros multilaterales, logrando ciertos éxitos en cuanto al apoyo de la comunidad internacional a nuestros reclamos y dejando al descubierto quien se oponía al diálogo desoyendo el pedido internacional para la solución del diferendo, tal como lo sostenía Naciones Unidas. Sin embargo, estos resultados no hicieron que el gobierno del Reino Unido modificara su posición histórica en este conflicto, lo que trajo como consecuencia, que esta estrategia multilateral privilegiada por los radicales mostrara signos de agotamiento.
Entre los puntos más importantes, de la tarea, que llevó a cabo el gobierno radical en torno a Malvinas fueron, en primer lugar, el de despejar las dudas de incertidumbre e inseguridad que había dado nuestro país al recurrir a la guerra para recuperar las islas reconociendo y estableciendo que la única alternativa era la negociación pacífica; en segundo término, haber comenzado y marcado el camino del diálogo interrumpido luego de la derrota militar.
La llegada de Menem al poder y los cambios en la política exterior
El 14 de mayo de 1989 triunfa el Frente Justicialista de Unidad Popular (FREJUPO), liderado por el Partido Justicialista, cuya fórmula presidencial estaba encabezada por Carlos Menem. Este hecho no puede pasar inadvertido, si se tiene en cuenta que durante varios años Argentina y toda América Latina estuvo gobernada por gobiernos dictatoriales. Sin ninguna duda se había dado un paso muy importante en la lucha por consolidar la democracia, ya que un gobierno legalmente constituido le entregaba el poder a otro con las mismas características, y se demostraba al mundo que la Argentina empezaba a transitar por los caminos de la legalidad y credibilidad.
Desde la finalización de la Guerra de Malvinas hasta 1989 no se habían producido grandes resultados en el objetivo de recuperar la soberanía de las islas. Se había establecido un diálogo de sordos entre nuestro país y el de Gran Bretaña, ya que nosotros reclamábamos y buscábamos: 1) retrotraer la situación a antes de la guerra; 2) que el Reino Unido levante la zona de exclusión pesquera y militar que había impuesto alrededor de las islas; 3) hablar sobre el tema de la soberanía y 4) declarar el cese de hostilidades de nuestro país a cambio de algún gesto de buena voluntad de los ingleses. Ellos, por su parte, pretendían: 1) el cese unilateral de hostilidades por parte de la Argentina; 2) no hablar del tema de la soberanía; 3) seguir con “su supuesto de hierro basado en la relación victoria-derrota: el capital previo o cualquier reencuentro debe ser aportado por la Argentina”2 y 4) continuar con su política de step by step.
1“Es un mecanismo jurídico que permite a las partes que tienen un reclamo territorial y que asisten a una reunión determinada, establecer acuerdos reservando sus respectivas posiciones de soberanía, las que no serán afectadas por las decisiones que se adopten en tales acuerdos. La figura del paraguas coloca a la disputa, pues, temporariamente entre paréntesis durante la reunión, evitando que surjan discusiones que perturben la buena marcha de los acuerdos que se buscan en ciertos temas específicos. También cubre, por extensión, las acciones que se ejecuten como consecuencia de los mismos”, síntesis de una Conferencia pronunciada por Lucio García del Solar en la Academia Nacional de Ciencias, la cual fue publicada en La Nación. 14 -6-97.
2Ver Russell, Roberto y Corigliano, Francisco: “El gobierno de Menem y las negociaciones sobre
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Malvinas”, en América Latina/Internacional, Vol. 6-nº 22, 1989, pag. 280.
Ante tal panorama, y ante los magros resultados en los foros multilaterales, el Gobierno argentino decidió en primer lugar, para destrabar este estancamiento, no privilegiar el ámbito de ONU para debatir el tema Malvinas ya que lo consideraban un canal inconveniente.
Descartado (por un tiempo) el plano multilateral, la Cancillería decidió privilegiar el diálogo directo para lo cual utilizó tres canales en forma alternativa: a) las tratativas llevadas a cabo por el entonces presidente del Uruguay, Julio María Sanguinetti quién recibió de Londres el deseo de restaurar las relaciones comerciales y diplomáticas con nuestro país sin tocar el tema de la soberanía de las islas; b) a través del Brasil, quien era el encargado de proteger los intereses argentinos en suelo británico desde la ruptura de relaciones diplomáticas en 1982; y c) por la intermediación del Departamento de Estado, quién ayudó a transformar los non papers en papers.
El primer Canciller del gobierno de Menem, Domingo Cavallo realizó una propuesta muy satisfactoria para Inglaterra. Esta contenía dos puntos centrales, el primero establecía que Argentina declararía el cese de hostilidades en el instante en el que el Reino Unido eliminase todo rastro de hostilidades, entendiéndose como tales la zona de exclusión militar y pesquera alrededor de las islas. Un tiempo después y como gesto de buena voluntad unilateral, se levantaron las restricciones que pesaban sobre las importaciones provenientes del Reino Unido.
Hacia el restablecimiento de las relaciones consulares
Siguiendo los pasos dados por los radicales, pero tratando de no cometer los mismos errores cometidos en Berna, los contacto indirectos entre ambos gobiernos dieron buenos resultados, ya que entre los días 16 y 18 de agosto de 1989 se reunieron los delegados de ambos países en Nueva York. Luego de arduos debates se estableció que: “ambas partes acordaron retornar a las negociaciones con una agenda amplia que abarcarse todo el espectro de las relaciones anglo-argentinas, incluyendo el futuro de las vinculaciones diplomáticas y consulares. Además, convinieron que las discusiones se realizarían bajo los términos de una fórmula que pusiese a cubierto la posición de cada parte respecto de la soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur”.3 El lugar acordado para el encuentro fue Madrid en los días 17 y 18 de octubre.
Dando muestra otra vez de buena voluntad, el gobierno argentino dio otro paso sin precedente, rompiendo una tradición que se venía dando principalmente después de 1982, pospuso la solicitud para que el tema Malvinas fuese debatido en el ámbito de la Asamblea General de Naciones Unidas. Desde ese año se viene repitiendo una tradición que consiste en postergar hasta el próximo año el tratamiento de la cuestión Malvinas con el fin de que se mantenga el tema en la agenda del organismo.
Después de duras negociaciones y sobre la base de la fórmula del paraguas de la soberanía se llegó a un acuerdo en materia pesquera. En efecto, en Londres se firmo la “Declaración Conjunta sobre Conservación de Recursos Pesqueros” el 28 de noviembre de 1990 en la que se señala que: “Con el fin de contribuir a la conservación de los recursos pesqueros, los dos gobiernos acordaron iniciar la cooperación en esta materia sobre bases ad hoc, esto se realizaría: a) mediante el establecimiento de la “Comisión de Pesca del Atlántico Sur”... para evaluar el estado de los recursos pesqueros en esa zona...b) mediante la prohibición total temporaria de pesca comercial por buques de cualquier bandera en el área marítima descripta en el Anexo a esta declaración”.4
Sin lugar a dudas, el acercamiento bilateral fue exitoso y vital, ya que además de los logros mencionados anteriormente, se lo necesitaba como paso previo para mejorar nuestra relación con la CEE, dañada por el veto impuesto por el Reino Unido dentro de ese organismo, lo que nos imposibilitaba acceder a su mercado, a sus líneas de créditos, etc. En efecto, a principio de 1990, se acuerda en Bruselas con la CEE un tratado5 que le otorga a nuestro país muy buenas oportunidades en lo tecnológico, cultural, comercial y financiero. Además, unos años más tarde se firma el Acuerdo sobre Relaciones en materia de Pesca marítima entre nuestro país y el bloque regional
3Ver, Texto del acuerdo en Diario Página 12 y Clarín, 16 y 19-8-89, respectivamente.
4Ver “Declaración Conjunta sobre Conservación de Recursos Pesqueros”.
5Acuerdo Marco de Cooperación del 2 de abril de 1990.
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europeo. Y en segundo término, por el logro obtenido por el gobierno de Menem en dos oportunidades con respecto al voto en la Unión Europea en el tema pesca en el Atlántico Sur. En dos ocasiones (1993 y 1996) el gobierno inglés había intentado firmar un acuerdo de pesca de la Unión con los kelpers, y de esta manera, Gran Bretaña lograba un reconocimiento de hecho para su posición en el conflicto en Malvinas. Pero Argentina obtuvo el respaldo de España, quien es miembro conjuntamente con Inglaterra de la Unión, para evitar ese acuerdo.
El acuerdo petrolero con el Reino Unido
La potencial existencia del oro negro en las aguas adyacentes a las islas Malvinas ha posibilitado la existencia de conflictos adicionales a los ya planteados (en los apartados anteriores) en nuestras relaciones bilaterales con el gobierno del Reino Unido. Luego de complicadas negociaciones en Nueva York, se llegó a una declaración conjunta con el Reino Unido el 27 de septiembre de 1995, en donde se establecía una zona de cooperación integral en donde ambos esperan alentar actividades petroleras y gasíferas en las aguas sudoccidentales del Atlántico.
Entre los puntos centrales del acuerdo, suscrito por el canciller argentino Di Tella y el británico Malcolm Rifkind, se puede mencionar el que ambos gobiernos acordaron “cooperar para alentar actividades de prospección y eventual explotación petroleras y gasíferas, costa afuera del Atlántico sudoccidental”.6 Además, la declaración compromete la creación de una Comisión Conjunta y define hasta seis bloques cada uno de una extensión aproximada de 3500 kilómetros cuadrados.
La nueva estrategia argentina: la “política de seducción”
En el marco multilateral, como ya se ha expresado con anterioridad, la primera decisión tomada por el gobierno de Menem fue la de no promover el debate en la Asamblea General de Naciones Unidas del tema de Malvinas, por considerar que se habían hecho avances en el diálogo bilateral, lo suficientemente importantes, como para debatir el tema en ese organismo, en otras palabras, consideraba que se gastaba mucho en este foro sin lograr grandes resultados excepto resoluciones favorables. En consecuencia, el gobierno argentino decidió (como se menciona arriba) dialogar directamente con el Reino Unido por las Malvinas. Esta estrategia la encuadró dentro de lo que se denominó política de seducción, con la cual se pretendía mejorar las relaciones con Gran Bretaña y los isleños.
La política de seducción estaba basada en dos premisas fundamentales: que el Gobierno y los parlamentarios británicos no se decidirán a negociar la soberanía de las Malvinas si sus habitantes no respaldan ese curso de acción; y que el rechazo de esos habitantes al acercamiento con nuestro país no es monolítico. Sobre la base de estas ideas se desarrollaron un conjunto de iniciativas que no prosperaron como por ejemplo indemnizar a los isleños a cambio de la soberanía de las islas o la soberanía compartida.
Finalmente, en el marco de las acciones bilaterales merece un párrafo especial el acuerdo firmado en Londres el 14 de julio de 1999 por los gobiernos de la Argentina y Gran Bretaña que posibilita entre otras cosas la entrada de ciudadanos argentinos al territorio de las islas presentando sus pasaportes, la construcción en el cementerio de las islas de un monumento en memoria de los soldados argentinos muertos en la guerra del ´82, además que ambos gobiernos tomen medidas cooperativas para evitar las pesca furtiva de especies ictícolas en el Atlántico Sur y la reanudación de vuelos hacia las islas haciendo escala en territorio argentino. El presente acuerdo esta protegido por el principio del “paraguas de la soberanía” establecido en el tratado suscrito por nuestro país y el Reino Unido en 1989 el cual crea un mecanismo jurídico que permite a las partes que tienen un reclamo territorial establecer acuerdos reservando sus respectivas posiciones de soberanía las que no serán afectadas por las decisiones que se adopten en tales tratados.
Los gobiernos de Fernando De la Rua, Eduardo Duhalde y Kirchner
6Ver, Declaración Conjunta sobre “Cooperación sobre Actividades Costa Afuera en el Atlántico Sudoccidental”.
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En primer lugar, el gobierno del presidente De la Rua aprovechó la gran vidriera que le dio el Comité de Descolonización de Naciones Unidas para mostrar el nuevo estilo que tendriá su administracion. En efecto, lejos de los gestos de cortesía y seducción que el ex canciller Di Tella tenía con los habitantes de las islas Malvinas, el canciller Giavarini se mostró parco y distante. En segundo hecho fue un reiterado incidente ocurrido entre unos barcos congeladores argentinos y el sobrevuelo de aviones ingleses sobre aguas en disputas. La Cancillería no quiso desaprovechar esta situación para sobreactuar y dar otra señal de cambio de actitud hacia los isleños. En efecto, la diplomacia argentina dejó en claro que no van a dejar pasar ningún hecho que menoscabe los intereses argentinos sobre las islas sin reclamar o expresar su disgusto.
De ambos acontecimientos se desprende la siguiente pregunta: Cuál seriá el rol que el gobierno de De la Rúa le asigne a los isleños. Cuando la Alianza era oposición entendía que las actitudes de “seducción” que tenía Di Tella con los isleños habría las posibilidades para que estos se transformasen en la tercera pata de la mesa de discusión sobre el tema de la soberanía. Por este motivo, en el Comité de Descolonización Giavarini tuvo una actitud fría (y hasta descortés) al no saludar a los representantes isleños en ese foro.
El gobierno de la Alianza quizo dejar en claro desde el inicio de su gestión que la disputa de soberanía de las islas Malvinas seria entre Argentina y Gran Bretaña y que nuestro país solo respetaría, como establece nuestra Constitución, sus intereses pero no sus deseos (ser independientes).
Según mi análisis, lo que buscaba el gobierno de De la Rúa era un golpe de efecto a nivel interno más que a nivel internacional. Por lo dicho al principio, eligió el tema más sensible a los sentimientos nacionales para marcar la mayor distancia y diferencia posible con la gestión anterior.
Finalmente, existía cierto consenso entre las distintas fuerzas políticas sobre el modelo de política exterior que nuestro país debia adoptar. En consecuencia, los márgenes de acción se reducían pero no se eliminaban. Es allí donde se e esperaba que el nuevo gobierno imprima su propio ritmo y estilo en el diseño y planificación. En definitiva, se esperaba que existiera cierta continuidad y no un cambio brusco en las metas que se perseguían en la relación con Gran Bretaña.
Desafíos de la política exterior de Kirchner hacia las Islas Malvinas. Cambios en la posición de Malvinas
Como gesto de endurecimiento en el tono de sus reclamos por la soberanía en las islas Malvinas, el gobierno de Kirchner tomo dos decisiones que demuestran el cambio de posición de esta administración. El primero de ellos fue el rechazo a aceptar el incremento de vuelos de Lan Chile a las Malvinas si no se comenzaba a discutir la posibilidad de que un vuelo de línea argentina que una el continente con el archipiélago. El segundo, Argentina se negó a firmar un acuerdo de monitoreo de buques en los mares australes provocando el fracaso de la iniciativa.
El gran desafío del actual gobierno argentino es, entre otros, reunir a ambos países en torno a una mesa de negociaciones diplomáticas sobre la soberanías de las Islas Malvinas y concluir con un problema que comenzó en 1833. En efecto, a pesar de los avances en materia de comunicación, pesca, petróleo, medidas de confianza mutua alcanzados entre ambos países en el ámbito del Atlántico Sur, del trabajo conjunto de ambas FFAA en Misiones de Paz de las Naciones Unidas (como el caso de Kosovo y de Chipre) y del muy buen nivel de las relaciones entre ambas naciones (incluso votando en armonía en distintas Resoluciones de las Naciones Unidas) nada de ello a impulsado a Gran Bretaña a levantar la negativa (entre otras) que tiene desde 1982 a sentarse a la mesa de negociaciones y avanzar en la cuestión de fondo de la controversia: la cuestión de la soberanía de las Islas Malvinas.
Otro de los desafíos que tiene por delate nuestra política exterior es transformar en hechos las declaraciones diplomáticas que desde varios años viene sosteniendo Londres con respecto a nuestro país: “Gran Bretaña considera a la Argentina como un aliado”. Sin embargo, todavía persisten ciertos hechos que permiten evidenciar que la verdadera dimensión de esas declaraciones son meramente formales, como por ejemplo, los 2000 soldados británicos en las islas Malvinas, la negativa de Gran Bretaña a levantar por completo las normativas que impiden a nuestro país acceder a cierto material militar y, por supuesto, la negativa a sentarse a hablar del tema de la
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soberanía de las Islas Malvinas. Nuestra política exterior debe conseguir que Gran Bretaña considere a la Argentina como lo hace con España: un verdadero socio y aliado.
Por todo lo expuesto hasta aquí nuestro país debe reforzar la vigencia de la cuestión de las Islas Malvinas en el ámbito de NU reclamando la puesta en marcha de sus Resoluciones que instan a ambos países a solucionar el problema de la soberanía de las Islas; establecer una verdadera política estratégica consensuada a largo plazo entre los diversos actores sociales argentinos alrededor del tema Malvinas; alentar el aumento de los vínculos entre el continente y las Islas con el fin de eliminar resentimientos y miedos lo cual permitirá profundizar el conocimiento y la interacción entre los pobladores de las islas y del continente. Adicionalmente, debe buscarse fortalecer la coordinación de políticas y estrategias con los países del Cono sur en torno a las islas Malvinas; promover e impulsar la participación del sector privado en actividades vinculadas al comercio, intercambio de estudiantes y becas de estudios, etc., seguir bregando por nuestros derechos aportando soluciones imaginativas e ingeniosas con respecto a la cuestión de la soberanía elaborando un traje a medida y respetando los principios establecidos en la Primera Disposición transitoria incorporada a la Constitución Nacional reformada en 1994. En este sentido, se puede estudiar y considerar el ejemplo del Estado libre asociado según el modo de la islas Alland en el Mar Báltico (de soberanía finlandesa, pero con modo de vida sueco) y observar muy de cerca las actuales negociaciones y potenciales resultados entre España y Gran Bretaña en torno al Peñón de Gibraltar; establecer una verdadera política exterior de estado alrededor del tema Malvinas. El corolario de todas estas acciones desarrolladas en su conjunto y de manera armoniosa podrían posibilitar a nuestro país a acercarse al objetivo que persigue desde 1833.

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