Política
exterior argentina
Malvinas: un caso de política exterior de estado?*
Introducción
El presente
trabajo focaliza su campo de análisis al estudio de los gobiernos que se
establecieron en nuestro país con el restablecimiento de la democracia en 1983
y su accionar en política exterior hacia el tema Malvinas, tratando de resaltar
comparativamente los logros y fracasos obtenidos por cada una de las
administraciones.
Es necesario
sintetizar cuales fueron las variables internas y externas del Gobierno de
Alfonsín y compararlas con las del Gobierno de Menem para hacer un análisis
preciso de los aspectos de Alfonsín asume en 1983 en el último período de la
guerra fría. Esta es una etapa de expansión, tal vez el último coletazo de la
expansión del imperio soviético. En América latina la mayoría de los países
poseen gobiernos militares. América Central está imbuida en una fuerte guerra
entre y en algunos países. El Cono Sur y más específicamente Argentina tiene en
1978 un fuerte enfrentamiento con Chile que estuvo a punto de desencadenar una
guerra por el canal de Beagle. Y en el caso de la Argentina con Brasil la
relación es especialmente ambigua. En algunos momentos se ven fuerzas de
cooperación y en otros se observan energías que distorsionan la relación. Sin
embargo en 1979 se firma tal vez el punto de inicio de un camino de cooperación
mucho más fuerte entre estos dos países que es justamente el acuerdo tripartito
de 1979. Estas serían, a grandes pinceladas, el marco externo del gobierno de
Alfonsín. En el plano interno, encontramos que es la primera etapa de la
democratización. Estamos en un momento en el cual la democracia es incipiente y
se ven signos de inestabilidad. Lo que lleva en definitiva a que el gobierno de
Alfonsín decida, a mi juicio, tomar la política exterior como una herramienta,
como un instrumento para la defensa de la política interna, es decir como una
arma para defender la democracia. Por esto, es que el gobierno de Alfonsín le
otorga mucha importancia a los foros multilaterales para que sea de alguna
forma una caja de resonancia y defensa de la democracia. Por el otro lado, y ya
observando que sucedía en el contexto externo del gobierno del Presidente
Menem, encontramos que los teóricos de las relaciones internacionales hacemos
referencia a un panorama internacional absolutamente distinto: ya no estamos en
la Guerra Fría, ha desaparecido el enfrentamiento Este-Oeste. Por otro lado,
las democracias del barrio en el cual vivimos estaban consolidadas en casi todo
el continente americano, los conflictos en Centroamérica han desaparecido o
están por desaparecer, la relación con Brasil se ha fortalecido, el Mercosur ha
avanzado y el camino de la cooperación comienza a ser cada vez más fuerte entre
Argentina y Brasil, pero entre todos los países del Mercosur en general. Y el
último punto a abordar, para que podamos hacer un trabajo comparativo casi
idéntico, son las relaciones con Chile. Estas han avanzado lo suficiente. Por
esto, las relaciones de cooperación y entendimiento van a confluir a fines del
año pasado con el acuerdo sobre los Hielos Continentales y con un entendimiento
y un deseo de Chile, al igual que Bolivia, por incorporarse al mercado común
del sur.
En el plano
interno, son absolutamente diferentes las condiciones dadas en el gobierno de
Menem que las circunstancias imperantes en la administración Alfonsín. En el
ámbito doméstico, encontramos un período de hiperinflación, que para algunos
autores y cito el caso de Escudé, es un punto de inflexión dentro de la
política interna. Es considerado un punto de ruptura y, a partir de esto, el de
inicio en el marco del fortalecimiento de algunas políticas (como la económica)
las que perduran hasta nuestros días.
* La presente ponencia es presentada por el
Magister Agustín M. Romero. La Maestría ha sido obtenida en FLACSO-Argentina.
Agustín Romero, es profesor en la Carrera de Ciencia Política y en la Maestría
en Relaciones Internacionales en la UBA. Este trabajo es una actualización del
libro del expositor: Malvinas. La Política Exterior de Alfonsín y Menem, Ed.
Universidad de Belgrano, Bs. As, 1999.
1
Objetivos
radicales en política exterior
El gobierno de Alfonsín se
propuso alcanzar los siguientes objetivos básicos generales en materia
exterior. El gobierno radical se dedicó a recuperar parte del prestigio perdido
durante el período del Proceso de Reorganización Nacional, principalmente, por
las violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos y por la guerra de
Malvinas.
En segundo lugar, se
propuso resolver los temas pendientes y heredados de los gobiernos militares,
especialmente Malvinas y las cuestiones del Canal de Beagle, proteger la
democracia que recién se estaba restableciendo, creando lazos renovados con las
democracias occidentales y, finalmente, fortalecer los lazos con los países del
Cono Sur.
Desde luego que las
variables, arriba mencionadas, no determinaron unilateralmente el
comportamiento externo de la Argentina, pero sin ninguna duda, estas sirvieron
para fijar los objetivos y moldear las acciones en el campo internacional y,
dentro de este, especialmente el tema de Malvinas.
En forma específica, los
caminos seguidos por el gobierno radical para alcanzar su objetivo de recuperar
la soberanía de las islas fueron distintos.
La diplomacia multilateral
En un primer momento, los
radicales pusieron una gran esperanza en la diplomacia multilateral, es por tal
motivo que emprendieron acciones diplomáticas paralelas en distintos foros
internacionales con el fin de presionar a Gran Bretaña para que se sentase a la
mesa de negociaciones. Existía un convencimiento en la cancillería argentina
que, en algún momento, los votos obtenidos en los foros internacionales a su
favor tendría un efecto de presión sobre el Foreign Office, porque quedaría al
descubierto ante la Comunidad Internacional quién quería negociar y quién se
oponía sistemáticamente a esta postura. Por tal motivo, realizó un gran
esfuerzo para obtener el mayor número de votos posibles en las resoluciones y
declaraciones a favor de los reclamos de nuestro país por la soberanía de las
islas Malvinas en foros como naciones Unidas, el Movimiento de los No
Alineados, Organización de Estados Americanos, entre los mas importantes.
Como conclusión se puede
señalar que, a pesar, de que Gran Bretaña no fue insensible a los reveses que
sufrió en las Naciones Unidas o en los distintos organismos multilaterales y
que movilizó sus mejores armas diplomáticas que incluyeron presiones a
sus países aliados, para lograr revertir la balanza de los votos adversos,
estas resoluciones internacionales no modificaron la política y estrategia del
Foreign Office respecto a su posición sobre Malvinas la cual se basó en la
posición de fuerza obtenida como resultado de su victoria en la guerra del ´82.
El dialogo bilateral
A pesar de la gran importancia
que el gobierno radical le otorgaba a los organismos internacionales, esto no
significó dejar de lado el diálogo bilateral, por el contrario, la
administración de Alfonsín mantuvo contactos directos con los británicos ya sea
en reuniones como la celebrada en Berna, Suiza o las comunicaciones secretas
mantenidas con el Reino Unido a través del Departamento de Estado de EE.UU.
Esta reunión, también, marco un antes y después, ya que el fracaso de la misma
selló el cambio del rumbo de las relaciones y negociaciones entre ambos países.
Después de este encuentro se hará referencia a él como el síndrome de Berna,
ya que se tenía temor de que volviese a ocurrir el fracaso de dicho conclave el
18 de julio de 1986. Y así fue, con la consecuencia inmediata de que ambas
partes no se iban a volver a reunir oficialmente durante el mandato de
Alfonsín. El síndrome Berna marcaría el nuevo rumbo de los contactos y
negociaciones entre ambos gobiernos. Por esto Berna significa el punto de
inflexión, de esta estrategia radical en las relaciones anglo-argentinas, ya
que por un tiempo, se eliminó el diálogo directo a nivel oficial.
Paraguas de la soberanía
2
El
mejor ejemplo de la búsqueda de una política exterior de estado hacia el tema
Malvinas es el paraguas de la soberanía. En efecto, el Canciller Dante Caputo
propuso la fórmula del paraguas de la soberanía1, el Foreign
Office aceptó y se intercambiaron papeles confidenciales a través de Washington
para redactar puntillosamente el delicado texto de la fórmula.
Aprobado por ambas partes,
la reunión nunca pudo concretarse por distintas razones. La primera, porque la
cancillería argentina periódicamente insistía en que la misma debía tener
agenda abierta y los británicos desconfiaban (síndrome de Berna) de que
por esa vía se introdujese el tema de la soberanía; por los acontecimientos
militares internos de Semana Santa, Monte Caseros (la relación tormentosa entre
el poder civil y las Fuerzas Armadas argentinas fueron utilizadas por el
gobierno del Reino Unido como un argumento para explicar la intransigencia en
su postura en las negociaciones) y, finalmente, por la prematura renuncia de
Alfonsín a la presidencia. No obstante, esta fórmula permitió la normalización
de los vínculos diplomáticos en 1989 (rotos como consecuencia de la guerra de
Malvinas) y el avance en las negociaciones bilaterales sobre las áreas de
hidrocarburos y pesca.
Como conclusión,
puede marcase que el gobierno radical puso mucho énfasis en los foros
multilaterales, logrando ciertos éxitos en cuanto al apoyo de la comunidad
internacional a nuestros reclamos y dejando al descubierto quien se oponía al
diálogo desoyendo el pedido internacional para la solución del diferendo, tal
como lo sostenía Naciones Unidas. Sin embargo, estos resultados no hicieron que
el gobierno del Reino Unido modificara su posición histórica en este conflicto,
lo que trajo como consecuencia, que esta estrategia multilateral privilegiada
por los radicales mostrara signos de agotamiento.
Entre los puntos más
importantes, de la tarea, que llevó a cabo el gobierno radical en torno a
Malvinas fueron, en primer lugar, el de despejar las dudas de incertidumbre e
inseguridad que había dado nuestro país al recurrir a la guerra para recuperar
las islas reconociendo y estableciendo que la única alternativa era la
negociación pacífica; en segundo término, haber comenzado y marcado el camino
del diálogo interrumpido luego de la derrota militar.
La llegada de Menem al
poder y los cambios en la política exterior
El 14 de mayo de 1989
triunfa el Frente Justicialista de Unidad Popular (FREJUPO), liderado por el
Partido Justicialista, cuya fórmula presidencial estaba encabezada por Carlos
Menem. Este hecho no puede pasar inadvertido, si se tiene en cuenta que durante
varios años Argentina y toda América Latina estuvo gobernada por gobiernos
dictatoriales. Sin ninguna duda se había dado un paso muy importante en la
lucha por consolidar la democracia, ya que un gobierno legalmente constituido
le entregaba el poder a otro con las mismas características, y se demostraba al
mundo que la Argentina empezaba a transitar por los caminos de la legalidad y
credibilidad.
Desde la finalización de la
Guerra de Malvinas hasta 1989 no se habían producido grandes resultados en el
objetivo de recuperar la soberanía de las islas. Se había establecido un
diálogo de sordos entre nuestro país y el de Gran Bretaña, ya que nosotros
reclamábamos y buscábamos: 1) retrotraer la situación a antes de la guerra; 2)
que el Reino Unido levante la zona de exclusión pesquera y militar que había
impuesto alrededor de las islas; 3) hablar sobre el tema de la soberanía y 4)
declarar el cese de hostilidades de nuestro país a cambio de algún gesto de
buena voluntad de los ingleses. Ellos, por su parte, pretendían: 1) el cese
unilateral de hostilidades por parte de la Argentina; 2) no hablar del tema de
la soberanía; 3) seguir con “su supuesto de hierro basado en la relación victoria-derrota:
el capital previo o cualquier reencuentro debe ser aportado por la Argentina”2 y 4)
continuar con su política de step by step.
1“Es un mecanismo jurídico que permite a
las partes que tienen un reclamo territorial y que asisten a una reunión
determinada, establecer acuerdos reservando sus respectivas posiciones de
soberanía, las que no serán afectadas por las decisiones que se adopten en
tales acuerdos. La figura del paraguas coloca a la disputa, pues,
temporariamente entre paréntesis durante la reunión, evitando que surjan
discusiones que perturben la buena marcha de los acuerdos que se buscan en
ciertos temas específicos. También cubre, por extensión, las acciones que se
ejecuten como consecuencia de los mismos”, síntesis de una Conferencia
pronunciada por Lucio García del Solar en la Academia Nacional de Ciencias, la
cual fue publicada en La Nación. 14 -6-97.
2Ver Russell, Roberto y Corigliano,
Francisco: “El gobierno de Menem y las negociaciones sobre
3
Malvinas”, en América
Latina/Internacional, Vol. 6-nº 22, 1989, pag. 280.
Ante tal panorama, y ante
los magros resultados en los foros multilaterales, el Gobierno argentino
decidió en primer lugar, para destrabar este estancamiento, no privilegiar el
ámbito de ONU para debatir el tema Malvinas ya que lo consideraban un canal
inconveniente.
Descartado (por un tiempo)
el plano multilateral, la Cancillería decidió privilegiar el diálogo directo
para lo cual utilizó tres canales en forma alternativa: a) las tratativas
llevadas a cabo por el entonces presidente del Uruguay, Julio María Sanguinetti
quién recibió de Londres el deseo de restaurar las relaciones comerciales y
diplomáticas con nuestro país sin tocar el tema de la soberanía de las islas;
b) a través del Brasil, quien era el encargado de proteger los intereses
argentinos en suelo británico desde la ruptura de relaciones diplomáticas en
1982; y c) por la intermediación del Departamento de Estado, quién ayudó a
transformar los non papers en papers.
El primer Canciller del
gobierno de Menem, Domingo Cavallo realizó una propuesta muy satisfactoria para
Inglaterra. Esta contenía dos puntos centrales, el primero establecía que
Argentina declararía el cese de hostilidades en el instante en el que el Reino
Unido eliminase todo rastro de hostilidades, entendiéndose como tales la zona
de exclusión militar y pesquera alrededor de las islas. Un tiempo después y
como gesto de buena voluntad unilateral, se levantaron las restricciones
que pesaban sobre las importaciones provenientes del Reino Unido.
Hacia el restablecimiento
de las relaciones consulares
Siguiendo los pasos dados
por los radicales, pero tratando de no cometer los mismos errores cometidos en
Berna, los contacto indirectos entre ambos gobiernos dieron buenos resultados,
ya que entre los días 16 y 18 de agosto de 1989 se reunieron los delegados de
ambos países en Nueva York. Luego de arduos debates se estableció que: “ambas
partes acordaron retornar a las negociaciones con una agenda amplia que
abarcarse todo el espectro de las relaciones anglo-argentinas, incluyendo el
futuro de las vinculaciones diplomáticas y consulares. Además, convinieron que
las discusiones se realizarían bajo los términos de una fórmula que pusiese a
cubierto la posición de cada parte respecto de la soberanía sobre las islas
Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur”.3 El lugar acordado para el encuentro fue Madrid en los
días 17 y 18 de octubre.
Dando muestra otra vez de
buena voluntad, el gobierno argentino dio otro paso sin precedente, rompiendo
una tradición que se venía dando principalmente después de 1982, pospuso la
solicitud para que el tema Malvinas fuese debatido en el ámbito de la
Asamblea General de Naciones Unidas. Desde ese año se viene repitiendo una
tradición que consiste en postergar hasta el próximo año el tratamiento
de la cuestión Malvinas con el fin de que se mantenga el tema en la agenda del
organismo.
Después de duras
negociaciones y sobre la base de la fórmula del paraguas de la soberanía se
llegó a un acuerdo en materia pesquera. En efecto, en Londres se firmo
la “Declaración Conjunta sobre Conservación de Recursos Pesqueros” el 28 de
noviembre de 1990 en la que se señala que: “Con el fin de contribuir a la
conservación de los recursos pesqueros, los dos gobiernos acordaron iniciar la
cooperación en esta materia sobre bases ad hoc, esto se realizaría: a) mediante
el establecimiento de la “Comisión de Pesca del Atlántico Sur”... para evaluar
el estado de los recursos pesqueros en esa zona...b) mediante la prohibición
total temporaria de pesca comercial por buques de cualquier bandera en el área
marítima descripta en el Anexo a esta declaración”.4
Sin lugar a dudas, el
acercamiento bilateral fue exitoso y vital, ya que además de los logros
mencionados anteriormente, se lo necesitaba como paso previo para mejorar
nuestra relación con la CEE, dañada por el veto impuesto por el Reino Unido
dentro de ese organismo, lo que nos imposibilitaba acceder a su mercado, a sus
líneas de créditos, etc. En efecto, a principio de 1990, se acuerda en Bruselas
con la CEE un tratado5 que le otorga a nuestro país muy buenas oportunidades
en lo tecnológico, cultural, comercial y financiero. Además, unos años más
tarde se firma el Acuerdo sobre Relaciones en materia de Pesca marítima entre
nuestro país y el bloque regional
3Ver, Texto del acuerdo en Diario Página
12 y Clarín, 16 y 19-8-89, respectivamente.
4Ver “Declaración Conjunta sobre
Conservación de Recursos Pesqueros”.
5Acuerdo Marco de Cooperación del 2 de
abril de 1990.
4
europeo.
Y en segundo término, por el logro obtenido por el gobierno de Menem en dos
oportunidades con respecto al voto en la Unión Europea en el tema pesca en el
Atlántico Sur. En dos ocasiones (1993 y 1996) el gobierno inglés había
intentado firmar un acuerdo de pesca de la Unión con los kelpers, y de esta
manera, Gran Bretaña lograba un reconocimiento de hecho para su posición en el
conflicto en Malvinas. Pero Argentina obtuvo el respaldo de España, quien es
miembro conjuntamente con Inglaterra de la Unión, para evitar ese acuerdo.
El acuerdo petrolero con
el Reino Unido
La potencial existencia del
oro negro en las aguas adyacentes a las islas Malvinas ha posibilitado la
existencia de conflictos adicionales a los ya planteados (en los apartados
anteriores) en nuestras relaciones bilaterales con el gobierno del Reino Unido.
Luego de complicadas negociaciones en Nueva York, se llegó a una declaración
conjunta con el Reino Unido el 27 de septiembre de 1995, en donde se
establecía una zona de cooperación integral en donde ambos esperan
alentar actividades petroleras y gasíferas en las aguas sudoccidentales del
Atlántico.
Entre los puntos centrales
del acuerdo, suscrito por el canciller argentino Di Tella y el británico
Malcolm Rifkind, se puede mencionar el que ambos gobiernos acordaron “cooperar
para alentar actividades de prospección y eventual explotación petroleras y
gasíferas, costa afuera del Atlántico sudoccidental”.6 Además, la
declaración compromete la creación de una Comisión Conjunta y define hasta seis
bloques cada uno de una extensión aproximada de 3500 kilómetros
cuadrados.
La nueva estrategia
argentina: la “política de seducción”
En el marco multilateral,
como ya se ha expresado con anterioridad, la primera decisión tomada por el
gobierno de Menem fue la de no promover el debate en la Asamblea General de
Naciones Unidas del tema de Malvinas, por considerar que se habían hecho
avances en el diálogo bilateral, lo suficientemente importantes, como para
debatir el tema en ese organismo, en otras palabras, consideraba que se gastaba
mucho en este foro sin lograr grandes resultados excepto resoluciones
favorables. En consecuencia, el gobierno argentino decidió (como se
menciona arriba) dialogar directamente con el Reino Unido por las Malvinas.
Esta estrategia la encuadró dentro de lo que se denominó política de
seducción, con la cual se pretendía mejorar las relaciones con Gran Bretaña
y los isleños.
La política de seducción
estaba basada en dos premisas fundamentales: que el Gobierno y los parlamentarios británicos no se decidirán a
negociar la soberanía de las Malvinas si sus habitantes no respaldan ese curso
de acción; y que el rechazo de esos habitantes al acercamiento con nuestro país
no es monolítico. Sobre la base de estas ideas se desarrollaron un conjunto de
iniciativas que no prosperaron como por ejemplo indemnizar a los isleños a
cambio de la soberanía de las islas o la soberanía compartida.
Finalmente, en el marco de
las acciones bilaterales merece un párrafo especial el acuerdo firmado en
Londres el 14 de julio de 1999 por los gobiernos de la Argentina y Gran Bretaña
que posibilita entre otras cosas la entrada de ciudadanos argentinos al territorio
de las islas presentando sus pasaportes, la construcción en el cementerio de
las islas de un monumento en memoria de los soldados argentinos muertos en la
guerra del ´82, además que ambos gobiernos tomen medidas cooperativas para
evitar las pesca furtiva de especies ictícolas en el Atlántico Sur y la
reanudación de vuelos hacia las islas haciendo escala en territorio argentino.
El presente acuerdo esta protegido por el principio del “paraguas de la
soberanía” establecido en el tratado suscrito por nuestro país y el Reino Unido
en 1989 el cual crea un mecanismo jurídico que permite a las partes que tienen
un reclamo territorial establecer acuerdos reservando sus respectivas
posiciones de soberanía las que no serán afectadas por las decisiones que se adopten
en tales tratados.
Los gobiernos de Fernando
De la Rua, Eduardo Duhalde y Kirchner
6Ver, Declaración Conjunta sobre
“Cooperación sobre Actividades Costa Afuera en el Atlántico Sudoccidental”.
5
En
primer lugar, el gobierno del presidente De la Rua aprovechó la gran vidriera
que le dio el Comité de Descolonización de Naciones Unidas para mostrar el
nuevo estilo que tendriá su administracion. En efecto, lejos de los gestos de
cortesía y seducción que el ex canciller Di Tella tenía con los habitantes de
las islas Malvinas, el canciller Giavarini se mostró parco y distante. En
segundo hecho fue un reiterado incidente ocurrido entre unos barcos
congeladores argentinos y el sobrevuelo de aviones ingleses sobre aguas en
disputas. La Cancillería no quiso desaprovechar esta situación para sobreactuar
y dar otra señal de cambio de actitud hacia los isleños. En efecto, la
diplomacia argentina dejó en claro que no van a dejar pasar ningún hecho que
menoscabe los intereses argentinos sobre las islas sin reclamar o expresar su
disgusto.
De ambos acontecimientos se
desprende la siguiente pregunta: Cuál seriá el rol que el gobierno de De la Rúa
le asigne a los isleños. Cuando la Alianza era oposición entendía que las
actitudes de “seducción” que tenía Di Tella con los isleños habría las
posibilidades para que estos se transformasen en la tercera pata de la mesa de
discusión sobre el tema de la soberanía. Por este motivo, en el Comité de
Descolonización Giavarini tuvo una actitud fría (y hasta descortés) al no saludar
a los representantes isleños en ese foro.
El gobierno de la Alianza
quizo dejar en claro desde el inicio de su gestión que la disputa de soberanía
de las islas Malvinas seria entre Argentina y Gran Bretaña y que nuestro país
solo respetaría, como establece nuestra Constitución, sus intereses pero no sus
deseos (ser independientes).
Según mi análisis, lo que
buscaba el gobierno de De la Rúa era un golpe de efecto a nivel interno más que
a nivel internacional. Por lo dicho al principio, eligió el tema más sensible a
los sentimientos nacionales para marcar la mayor distancia y diferencia posible
con la gestión anterior.
Finalmente, existía cierto
consenso entre las distintas fuerzas políticas sobre el modelo de política
exterior que nuestro país debia adoptar. En consecuencia, los márgenes de
acción se reducían pero no se eliminaban. Es allí donde se e esperaba que el
nuevo gobierno imprima su propio ritmo y estilo en el diseño y planificación.
En definitiva, se esperaba que existiera cierta continuidad y no un cambio
brusco en las metas que se perseguían en la relación con Gran Bretaña.
Desafíos de la política
exterior de Kirchner hacia las Islas Malvinas. Cambios en la posición de
Malvinas
Como gesto de
endurecimiento en el tono de sus reclamos por la soberanía en las islas
Malvinas, el gobierno de Kirchner tomo dos decisiones que demuestran el cambio
de posición de esta administración. El primero de ellos fue el rechazo a
aceptar el incremento de vuelos de Lan Chile a las Malvinas si no se comenzaba
a discutir la posibilidad de que un vuelo de línea argentina que una el
continente con el archipiélago. El segundo, Argentina se negó a firmar un
acuerdo de monitoreo de buques en los mares australes provocando el fracaso de
la iniciativa.
El gran desafío del actual
gobierno argentino es, entre otros, reunir a ambos países en torno a una mesa
de negociaciones diplomáticas sobre la soberanías de las Islas Malvinas y
concluir con un problema que comenzó en 1833. En efecto, a pesar de los avances
en materia de comunicación, pesca, petróleo, medidas de confianza mutua
alcanzados entre ambos países en el ámbito del Atlántico Sur, del trabajo
conjunto de ambas FFAA en Misiones de Paz de las Naciones Unidas (como el caso
de Kosovo y de Chipre) y del muy buen nivel de las relaciones entre ambas
naciones (incluso votando en armonía en distintas Resoluciones de las Naciones
Unidas) nada de ello a impulsado a Gran Bretaña a levantar la negativa (entre
otras) que tiene desde 1982 a
sentarse a la mesa de negociaciones y avanzar en la cuestión de fondo de la
controversia: la cuestión de la soberanía de las Islas Malvinas.
Otro de los desafíos que
tiene por delate nuestra política exterior es transformar en hechos las
declaraciones diplomáticas que desde varios años viene sosteniendo Londres con
respecto a nuestro país: “Gran Bretaña considera a la Argentina como un
aliado”. Sin embargo, todavía persisten ciertos hechos que permiten evidenciar
que la verdadera dimensión de esas declaraciones son meramente formales, como
por ejemplo, los 2000 soldados británicos en las islas Malvinas, la negativa de
Gran Bretaña a levantar por completo las normativas que impiden a nuestro país
acceder a cierto material militar y, por supuesto, la negativa a sentarse a
hablar del tema de la
6
soberanía
de las Islas Malvinas. Nuestra política exterior debe conseguir que Gran
Bretaña considere a la Argentina como lo hace con España: un verdadero socio y
aliado.
Por todo lo expuesto hasta
aquí nuestro país debe reforzar la vigencia de la cuestión de las Islas
Malvinas en el ámbito de NU reclamando la puesta en marcha de sus Resoluciones
que instan a ambos países a solucionar el problema de la soberanía de las
Islas; establecer una verdadera política estratégica consensuada a largo plazo
entre los diversos actores sociales argentinos alrededor del tema Malvinas;
alentar el aumento de los vínculos entre el continente y las Islas con el fin
de eliminar resentimientos y miedos lo cual permitirá profundizar el
conocimiento y la interacción entre los pobladores de las islas y del
continente. Adicionalmente, debe buscarse fortalecer la coordinación de
políticas y estrategias con los países del Cono sur en torno a las islas
Malvinas; promover e impulsar la participación del sector privado en
actividades vinculadas al comercio, intercambio de estudiantes y becas de
estudios, etc., seguir bregando por nuestros derechos aportando soluciones
imaginativas e ingeniosas con respecto a la cuestión de la soberanía elaborando
un traje a medida y respetando los principios establecidos en la Primera
Disposición transitoria incorporada a la Constitución Nacional reformada en
1994. En este sentido, se puede estudiar y considerar el ejemplo del Estado
libre asociado según el modo de la islas Alland en el Mar Báltico (de soberanía
finlandesa, pero con modo de vida sueco) y observar muy de cerca las actuales
negociaciones y potenciales resultados entre España y Gran Bretaña en torno al
Peñón de Gibraltar; establecer una verdadera política exterior de estado
alrededor del tema Malvinas. El corolario de todas estas acciones desarrolladas
en su conjunto y de manera armoniosa podrían posibilitar a nuestro país a
acercarse al objetivo que persigue desde 1833.
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